desgarrada, incomprendida.
Con manojos de papeles de colores,
exigiéndome la liberación.
Con los bolsillos vacíos,
y la mirada perdida.
Asi me siento a la tarde,
con el reloj de compañia.
Con el cafe con leche humeante,
y el golpeteo percusivo,
de mis dedos amarillos,
contra la madera pulida.
Y así me siento a la noche,
cuando escucho la llave en la puerta,
y me contas tu jornada,
y yo te cuento la mía.
No hay nada que me desespere mas,
que inunde mis pensamientos,
acelere mi pulso,
indigne mis ansias,
que tener un regalo
abajo de la cama,
y tener que esperar aun,
-para ponerlo en tus manos-
otras dos semanas.
4 comentarios:
que no te pierdan tus ansias
Amelia, es terrible. Tengo la ansiedad de un pato a cuerda. Así no se puede che...
megustamegustamegusta :)
me alegro me alegro me alegro querida Sophie!
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