"Hoy pase por una veterinaria y te compre un perro. Lo vi en la vidriera y pensé en vos. Entre a casa y te dije "te compre un perro". Tendrías que haber visto tu cara. Bajaste la música y me pediste que te lo dijera de nuevo (aunque no era necesario, lo tenía entre los brazos). Te compre un perro. Recién ahí levantaste una ceja y lo miraste. Vi tu sonrisa. Era media sonrisa, pero en vos es suficiente. Lo deje en el piso y se acerco a tus zapatos. Zapatos rojos. ¿Qué harías un sábado a la mañana con zapatos rojos de taco? No lo sé. Evidentemente el perro tampoco, no podía dejar de olfatearlos. Y vos alternabas la vista entre tus pies y yo. Al fin te animaste a levantarlo y te lo pusiste en la falda. El perro miraba de nuevo a tus pies (extrañando los zapatos) hasta que le tironeaste una oreja. Lo agarraste de las patas delanteras y le estrujaste las almohadillas con dos dedos. Ahora si tenía toda tu atención. Me puse a cocinar y te miraba de reojo. Estabas sentada en el piso como un niño y lo mirabas casi sin pestañar. El perro saltaba sobre tus pies y trataba de acurrucarse. Te paraste bajo el marco de la puerta de la cocina con el animal entre tu brazo y tu codo izquierdo, y me preguntaste:
- ¿Necesito un perro?-.
- No. Lo vi y pensé en vos. No en vos propiamente, pensé que era perfecto para vos. No me gusta que te quedes sola cuando me voy.
- ¿Y si un día no tengo plata para alimentarlo?
- ¿Me estas pidiendo la media pensión alimenticia para el perro?
Acerco la cara del perro a la suya y frunció la boca. Solté una carcajada al momento que le sujetaba la mandíbula y le daba un beso. Levanto el perro a la altura de mi rostro y nos miro intermitentemente a uno y otro, hasta pronunciar sarcásticamente:
- Si. Es igualito a vos. Un excelente reemplazo para cuando no estás...
Deje al animal en el piso y la abrace fuerte. Sentí humedad en el cuello, pero cuando se separo de mi se dio vuelta y en cuanto levanto el rostro estaba perfecta. Se miro de nuevo los pies y dijo:
- Le gustan los zapatos rojos a little Toto.
- Debería protegerlo de que le pongas de nombre Toto.
- Para empezar, si querías proteger a un ser vivo inocente, no lo hubieras traído...en segundo lugar, no le digas eso a Toto. Ya percibo que es un animal susceptible.
- ¿Lo vas a torturar con Madonna cuando me vaya?
- Si. Es mi chantaje para que te quedes.
- No negocio con terroristas musicales...
- Quédate.
No se merecía una mentira por respuesta. Así que volví a besarla (aun cuando eludir una respuesta sea solo una mentira cobarde) y le sonreí. Una sonrisa de que todo va a estar bien. Ella sabía que no, y yo también.
- Visto y considerando tu falta respuesta, lo voy a obligar a ver películas de Marilyn Monroe también.
Y con una enorme sonrisa triste levanto Toto para darme la espalda y sentarse a jugar con él. Mientras yo seguía en la cocina haciendo esfuerzo por cocinar como a ella le gustaba. Si, le había comprado un perro. Pero no había resultado tan mal."
7 comentarios:
Todo culpa de Carver, todo...
que lindo! gracias carver!
Me alegro mucho Sophie que te haya gustado.Pobre Carver...je.
usted tiene un premio en mi blogsito :$
jajajaa me encantó! pobre nada u.u
un beso!
Hermoso cuento
Sophie, muchas gracias por su premio!
Mameluco, muchas gracias por su opinion :)
¡¡Lindo!!
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